Lorenna ni siquiera alcanzó a hablar, puesto que fue él quien le preguntó por una dirección, también le comentó que era del Sur y que llevaba poco tiempo en Santiago y aun no se ubicaba mucho....
Lorenna le contó que estaban en la misma situación, ella acababa de llegar a Santiago y no podía ayudarle en nada.
En estas circunstancias, ambos se rieron y ella sintió confianza como para pedirle dinero para hablar por teléfono, este hombre no se lo negó, él mismo introdujo unas monedas en un teléfono cercano y se quedó cerca de ella, escuchando todo lo que hablaba con su amiga, incluso puso otra moneda cuando el teléfono hizo sonar la señal de tiempo.
Cuando Lorenna colgó, él se quedó mirándola y le preguntó si acaso se había fugado de casa, ella sin dudar un segundo, le dijo que si y que no pensaba volver, pero también le dijo, que aquí en Santiago no tenía a donde ir.
Este hombre le ofreció ayuda, le dijo que fueran a tomar una bebida y que en ese lugar, ella le contara su problema, tranquila y con calma, también le dijo que si podía, le buscaría un lugar en donde quedarse, pues tenía muchas amigas que la recibirían con gusto...le dijo que se llamaba Pablo, que tenía 33 años y luego le mostró su carnét para que ella le creyera.
La empujó suavemente por la espalda y la introdujo en un local cercano, ahí se sentaron junto a una bebida y Lorenna, entre sollozos y llanto, le contó la triste historia de su vida, como si le conociera desde siempre. Sin pudores, ni vergüenzas, fue relatando su triste historia, desde pequeña, cuando la pesadilla de ser la única mujer en la familia recién comenzaba...
Dicen que la mujer siempre es mas madre que esposa, pero en el caso de la madre de Lorenna no fue así. Su padre no vivía con ella y su familia, solo les visitaba de vez en cuando y en realidad, las visitas era hacia su madre, pues a ella y sus hermanos apenas los saludaba.
Quizás esta situación sentimental inestable, mantenía a su madre en constante depresión y alteración, lo que provocaba las golpizas diarias a las que era sometida Lorenna desde muy pequeña, sin que hubiera alguien que pudiera defenderla.
Todo pareció cambiar el día que su padre decidió por fin, vivir junto a ellos en forma definitiva; ella pensó que las golpizas acabarían con los maltratos y no se equivocó. Su madre siempre estaba feliz y sonriente, haciendo que Lorenna, con sus 9 años de vida, disfruta por fin de una familia normal, estable y feliz.
Pero por desgracia, su tranquilidad no duraría mucho, y una noche, descubrió con amargura, que ahora los abusos, vendría por parte de su padre, mucho mas dolorosos, mucho mas humillantes.
Nunca se atrevió a acusarlo, puesto que durante el día, él aprovechaba cualquier circunstancia para golpearla, haciendo que de esta forma, ella se sintiera sometida y asustada. Lorenna descubrió que los abusos y manoseos a los que era sometida desde pequeña por parte de sus hermanos mayores, eran solo “suaves caricias” en comparación con los dolorosos ataques recibidos por parte de “su progenitor”, para ella, ese hombre ya no era su padre.
Pasaron 6 años de abusos y sufrimientos y el día en que su madre descubrió a su hermano mayor, tocándola, Lorenna pensó que ese momento era el indicado para contarle toda la verdad. Su padre lo negó, pero su madre si le creyó, desde ese día, se fueron a vivir a casa de su abuela materna, terminando de esa forma con los abusos.
Lorenna le contó a Pablo, que por un tiempo, su madre la trató con mucho cariño y ternura, y ella por fin se estaba sintiendo amada de verdad. Pero luego de un año de fantasía, todo volvió a ser como antes, su madre la golpeaba y le gritaba por cualquier cosa y bajo cualquier circunstancia, le hacia ver que la familia estaba separada por su culpa.
Así había vivido estos últimos dos años y para ella había sido terrible descubrir, que su madre otra vez se estaba viendo con su padre, sabiendo también, que no pasaría mucho tiempo, antes de que él volviera a la casa y ella tuviera que soportar su presencia a diario.
Dos horas fueron suficientes para que Lorenna vaciara frente a Pablo, su desgraciado corazón, él escucho todo el tiempo en silencio, sin interrumpir, preguntar, no mucho menos cuestionar.
Para él, era una historia increíble y terrible a la vez, no quiso decir cualquier cosa, y por eso mismo, no dijo nada. Invitó a Lorenna a salir de aquel local y una vez afuera le propuso que llamaran por teléfono a su madre.
Según Pablo, todas las personas nos equivocamos y cometemos errores, también, todos tenemos una oportunidad de cambiar y de corregir nuestras equivocaciones. Le dijo a Lorenna que lo intentara, quizás, viendo que ella se había marchado, podría haber recapacitado, tal vez estaba arrepentida y sufriendo...Entonces, Lorenna la llamó, Pablo le paso cinco mil pesos, para que hablara en una cabina telefónica, sin sentirse presionada por el tiempo, la dejó sola y le prometió volver en media hora, él tenía asuntos que arreglar en su oficina, pero le prometió que volvería............Y así fue.
Al volver, encontró a Lorenna llorando al teléfono, desesperada, el tomó el auricular en sus manos y saludó, desde el otro lado, una voz fría y despreocupada, le hizo ver en pocas palabras, que no le importaba si Lorenna volvía o no, y que tampoco dejaría a su pareja por ella, puesto que ella había perdonado al padre de Lorenna y ella tampoco estaba muy segura de si todas las cosas que su hija había dicho fueran realmente ciertas, cortó la conversación, diciéndole a Pablo que le buscara un lugar por ahí a su hija, que ella se lavaba las manos, pues Lorenna se había ido sola sin que nadie la echara.
Por increíble que parezca, la madre de Lorenna cortó sin siquiera despedirse, dejando a Pablo en silencio y perturbado, entonces, el le pidió a ella, que lo acompañara a su casa, debía cambiarse ropa y luego juntos, pensarían que hacer.
Lorenna lo siguió, se subieron al metro y partieron a la casa de Pablo, sin que ella siquiera sospechara, la vuelta que tendría en su destino esa decisión....CONTINUARA.