22 febrero, 2007

La Lancha de las Margaritas...

La joven pareja se juntaba todos los días en la playa grande y caminaban hasta que las olas se interponían a su paso, entonces ahí daban media vuelta y regresaban hasta la playa grande, conversaban de todo un poco.


Fue en esos largos paseos que Rosario le contó de sus aburridos días en el Castillo Foster, su actual morada y que tal aburrimiento, solo se disipaba, cuando trabajaba en el enorme cultivo de margaritas que tenía en su jardín, según Rosario, esta era la más sencilla de todas las flores, pero por encima de eso, la más hermosa, también le contó que jamás la habían besado y que ella estaba reservando ese primer beso, para un hombre muy especial, que no se acercaba ni un poco a los pretendientes con los que llegaba su padre cada semana y que ella ignoraba encerrándose en su pieza.


Juan por su parte le contó que nunca había conocido a su padre y su madre Rosa Urbina, jamás había querido hablarle de él, pero que su tío, don Tomás, había sido un verdadero padre para él, también le contó de su pasión por el mar y le confesó que hasta antes de conocerla, creía que en su corazón no había espacio para nada más, según Juan, la pasión por el mar no permitía competencia.


Así pasaron varios meses en ese idílico romance, puro de besos y caricias, pues, Juan solo se contentaba con tomarle la mano ya que para él, ese suave roce aterciopelado, era suficiente.


Afortunadamente, esta pareja contaban con la complicidad de la nana de Rosario, quien ya conocía a la madre de Juan desde hace mucho tiempo y por lo mismo, sabía que su niña estaba en muy buenas manos, también era la nana quien les intercambiaba cartas y predisponía las situaciones de forma in imaginada, para facilitarle las coartadas a Rosario para justificar sus largas ausencias y fue ella también, la que esa hermosa mañana le llevó un importante recado de Juan.


Era una invitación para reunirse en el lugar de siempre, la playa grande de Cartagena, para que juntos esperaran la puesta sol. Aunque era habitual para Rosario juntarse cada tarde con Juan, notó que algo especial ocurría en esta ocasión y no se equivocó......CONTINUARÁ.